Pedazo de novela corta que aborda el, (dice Magris en el posfacio, "gran tema europeo") de la enfermedad y la muerte, aunque esta enfermedad terminal no tiene nada que ver con aquella agonía rusa de libro (La muerte de Iván Illich) que llamaba a cualquiera a abrirse las venas... para poder acabarlo de un modo u otro. Ésta visión de Stuparich es vitalista, aunque parezca incongruente, llena de luz, en un paisaje marino mediterráneo que te provoca salir pitando a perderte en una isla italiana...Nos deja una muy acertada narración simétrica, (ahora habla el hijo, ahora el padre), preciosas descripciones y una apuesta decidida por lo que realmente importa, por lo que de verdad queda en nosotros de quienes nos han creado, enseñado y guiado en esta vida. Recomendación: hay que tener el momento, porque el tema no es la alegría de la huerta, pero para quienes gusten de novela sobre las relaciones paternofiliales con mensaje final positivo.
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