
Obra de 1918, con todo el contexto decimonónico inglés, el cual me resulta opresivo. Estampas victorianas de la campiña inglesa llenas de cisnes, sauces llorones y el el té bajo el nogal que terminan ahogándote ante el insoportable esnobismo de la clase alta. Deseos reprimidos y anhelos de felicidad del soldado que regresa, amnésico, a una maravillosa mansión -cárcel de oro- después de pasar por las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Lo mejor: el conflicto que retrata entre la convención y lo humano con un estilo hermoso, ahora bien, tiene que gustarte la literatura inglesa o hay riesgo de acabar hasta el moño de búcaros de plata y el espino blanco junto a los chopos del embarcadero (sic).
Recomendación: a quien le vaya la literatura inglesa, tipo victoriana, vamos.
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