• El marciano, de Andy Weir

Veintitrés años junto a un ingeniero le permiten a una realizar una lectura singular de las peripecias de uno perdido en Marte, que además de ingeniero es austronauta botánico y graciosillo en sus ratos libres. Se reconocen las ansias vivas por descuajeringar trastos (mi contrario dejó nuestra difunta lavadora como el protagonista deja los módulos espaciales, lo he visualizado perfectamente) y , sobre todo, la cabezonería y la manía comprobatoria, esa que les lleva a toquitear cada botón, lucecilla, tecla o interruptor de cualquier dispositivo al que se arrimen. A duras penas me creo que hiciese caso a la NASA. Por lo demás tenemos aquí una novela de astronautas entretenida que se lee como entra una cañita con limón en agosto y cuyo principal mérito es la verosimilitud a costa de que a ratos me doliese la cabeza con el puñetero nitrógeno y los cálculos físicos, químicos y termodinámicos de los cojones.

Recomendación: a gustosos de novelas entretenidas sobre astronautas perdidos en Marte. 

NOTA DE PRÉSTAMO: Caí -en electrónico- por el trailer de la película. Así somos de borregos. A 7€, siendo leído en dos viajes en tren de 4 horas cada uno (no sé cómo iba de rápido el tren ni a qué velocidad perdía cierta cantidad de combustible) (NI ME IMPORTA), sale a unos 0,875 céntimos la hora de lectura, ergo lo doy por amortizado. 

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