• Después del invierno, de Guadalupe Nettel

Dos capítulos más tarde definía yo esto como una soledad de los números primos a la mexicana. Allá por la página 160 -es un decir- me planteaba seriamente dejarla. Pero es un regalo y este año me he propuesto hacer aprecio a los libros que me regalan, que ya me vale de tsundokear. Tranquilas porque en la página 200 tampoco había pasado nada especial. Gente, tíos, tías, que se buscan, que follan, que visitan cementerios. Cuando creía que no pasaba nada, era peor todavía y seguía sin pasar nada. El mérito de Nettel, que no es moco de pavo, es conseguir que odies al tarado del personaje masculino hasta la extenuación, hasta querer partirle su cara ficticia, ergo lo hace verosímil. Muy verosímil. El mérito acaba ahí. Luego rupturas, duelos, depresiones y más cementerios. Y yo me quejaba de Echenoz, colega.

Recomendación: a gustosos de historias de amor lánguidas de ni contigo ni sin ti y, oh, ya ha pasado un invierno y yo mirando por la ventana.

NOTA DE PRÉSTAMO: Lo dicho, es un regalo.


3 comentarios :

  1. Lo peor de estos regalos: la sensación de "pero cómo habrá podido X pensar que me iba a molar esto" que se le queda a uno\a.
    Lo mejor: planear la venganza. Tarde o temprano llegará el cumpleaños de X. Y entonces...

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    1. No, en este caso sé que se ha hecho con la mejor intención y reconozco que regalarme un libro puede tener su miga... :-) y que yo también meto la zarria, no te creas.

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  2. Reconozco haber regalado cosas que han abocado a más de uno al analfabetismo funcional.

    Asquerosa costumbre, seguramente heredada de una mis tías -maestra de insti- que trató de aficionar a su marido -mi tío- a la lectura atacándole con La Iliada. Creó que no pasó de la página 8, pero le sirvió para descubrir la palabra "habitáculo", que usaba siempre que quería hacer la puñeta a su mujer.

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